Rara vez ven la cavidad como un sistema complejo e interrelacionado en un delicado equilibrio. No ponderan que poner un cerramiento puede proteger unos bienes y a la vez causar severos e irreversibles daños a otros. Así, una verja bien hecha y diseñada puede proteger el yacimiento o una colonia de murciélagos, pero alterar el régimen ventilatorio o impedir la entrada de otros animales troglófilos que llevaban aportes de energía y materia al interior, cambiando con ello el balance preexistente en el sistema. También tenemos ejemplos cercanos en los que colocar una puerta en una cavidad con pinturas rupestres ha coadyuvado a alterar el clima hipogeo, favoreciendo la precipitación de yesos que precisamente dañan las pinturas.
En esta cuestión delicada, consideramos que el cerramiento de una cavidad es una medida extrema que debe ser muy bien sopesada, y a evitar en la medida de lo posible cuando el expolio o daño irreversible de unos bienes es inevitable, y siempre pensando en minimizar sus daños, con medidas compensatorias si es preciso.
Precauciones para un correcto cerramiento
- La presencia del cerramiento no debe alterar las condiciones preexistentes. Existen suficientes modelos (barrotes, vallado perimetral, paneles macizos, rejillas…) como para elegir el de menor impacto.
- Ciertas especies del grupo de trogloxenos más carismático, los quirópteros, son muy sensibles a los cerramientos. Aunque hay que ver cada caso individualmente, por norma general, seguir este orden de preferencia: no cerrar > vallado perimetral > barrotes con espaciado horizontal > barrotes verticales suficientemente espaciados o con la parte superior franca.
No perdamos de vista que el cerramiento es responsabilidad de las autoridades.